Ayer hubo en Santa Cruz de Tenerife una manifestación bajo el lema de "Ya está bien" que protestaba contra los planes de construcción de un puerto industrial en la costa de Granadilla de Abona, en el sur de la isla. Ecologistas y diversos colectivos y asociaciones cívicas estaban en la calle expresando sus protestas y sus descontentos sociales, secundados por gran número de ciudadanos y curiosos, el "pueblo" del que tanto se habla. Hace un par de años, una masiva manifestación en Santa Cruz de Tenerife logró paralizar un tendido eléctrico en Vilaflor, un pequeño municipio de la cumbre de la isla, muy cerca del Teide, bajo el lema "Todos somos Vilaflor". El "espíritu de Vilaflor", la memoria de esa movilización multitudinaria e inusitada, ha estado atormentando esta convocatoria contra el macropuerto de Granadilla. El "fantasma" de Vilaflor ha atormentado tanto a los convocantes como a las distintas instancias favorables al proyecto -Cabildo, Gobierno canario, Gobierno central, Ayuntamientos, los principales partidos (CC, PP y PSOE)y algún sindicato (UGT), y la patronal empresarial-. Los convocantes temían no poder movilizar a tanta gente como lo de Vilaflor. Los "anti-manifestación" temían que pudiera movilizarse tanta gente como lo de Vilaflor. Fantasma o espíritu, lo de Vilaflor ha tenido nerviosos a todos los implicados en lo de Granadilla.
La campaña antimanifestación se llevó a cabo de forma científica o, más bien, ingenieril. Los medios de comunicación locales, que en el llamamiento por Vilaflor colaboraron activamente en la movilización ciudadana, aquí sirvieron obedientemente los contenidos emitidos por la agencia de prensa del régimen, propiedad de los (casualmente) galardonados con el premio Canarias de Comunicación de este año, contratada expresamente para "explicar" a la ciudadanía las bondades del mega-macro-meso-puerto industrial de Granadilla y dejar claro lo perjudicial y perverso que sería para el "progreso" y el "futuro" de Tenerife y de Canarias oponerse a él. Los medios de comunicación han silenciado la convocatoria de la protesta y se han lanzado a una gran campaña de publicitación propagandística del proyecto, llena de contenidos sentimentales y lanzando ataques claros contra los convocantes. Al mismo tiempo, los Ayuntamientos ponían en marcha con urgencia contratos para "mejorar la imagen de la ciudad", arrancando noche tras noche toda publicidad de la convocatoria, combinada con otros contratos para "empapelar" las paredes con carteles de la campaña publicitaria del proyecto colocados "justo encima" de los que convocaban la manifestación. Además, una macro encuesta telefónica ha estado preguntando a la población por su nivel de información sobre el puerto industrial, su valoración del proyecto, su opinión sobre los ecologistas y demás convocantes de la manifestación, su disposición a asistir a la convocatoria, amén de sus intenciones de voto, nivel educativo y clase social, recuerdo de voto y otras variables sociodemográficas. Por último, leo hoy con asombro en
La Opinión de Tenerife que "El Gobierno de Canarias, en una iniciativa nunca antes ensayada, contrató ayer los servicios de la empresa pública Grafcan para contar a los manifestantes."
En base a los datos proporcionados por los servicios de Grafcan, se dice que los manifestantes fueron 20.715 personas y, al final, frente a la presidencia del Gobierno de Canarias sólo quedaban 12.976 manifestantes, una bagatela frente a los cien mil según algunos (y doscientos mil según otros) de lo de Vilaflor, que ostenta el récord absoluto de la ciudadanía tinerfeña unida. La joya de la corona de Adán Martín, Grafcan, ha desarrollado el ciudadanomómetro científico y exacto para contar manifestantes y deducir a partir de ahí la valía de sus reivindicaciones y la legitimidad de sus peticiones y protestas.
Veremos como se usa el "ciudadanomómetro" de Grafcan para restar valor y legitimidad a la manifestación, que pasará a ser la "de los que dicen no a todo, los de siempre". Ya hemos leido que no llega a las marcas establecidas por la "ciudadanometría" para el caso Vilaflor. También hemos oído que, con todos los respetos para los manifestantes -eso sí- el proyecto sigue adelante, dicho desde ayer por el presidente del Gobierno de Canarias y repetido por el presidente de Coalición Canaria, de cuyas experteces ciudadanométricas en la comisión parlamentaria del 11-M habrán de salir las tesis doctorales de la politología canaria del siglo XXI.
Habrá que preguntar cuánto ha costado al erario público esta defensa cerrada de los intereses especulativos que parecen esconderse detrás del puerto industrial de Granadilla. Hoy, en el programa del IAC y la 1 de RNE,
Canarias Innova, sólo pudieron oirse las voces de los contrarios al proyecto, procedentes de la Universidad de La Laguna y de asociaciones ciudadanas, dado que los defensores del puerto habían declinado comparecer en el programa para debatir cara a cara. ¿Para qué? Si ellos tienen sus propios medios de "infoxicación" en feliz expresión leída en algún sitio. Los medios de comunicación convencionales (Internet es una excepción), a diferencia de lo sucedido cuando Vilaflor, han hecho frente común en contra de la movilización y a favor del macropuerto, alineándose sin miramientos con los promotores del proyecto en nombre "del progreso". Por ello, los que han puesto en cuestión, con estudios e informes de diverso alcance, la pertinencia del macropuerto por los daños ecológicos a este bello paraje natural y por los escasos beneficios socio-económicos que va a reportar existiendo otro puerto bien dotado a pocos kilómetros, han sido denostados públicamente e insultados de forma cobarde en la prensa local, como ha sido el artículo contra el catedrático de la ULL Federico Aguilera Klink publicado bajo seudónimo por El Día, esa joya de la prensa local tinerfeña, sobre la que también habrán de hacerse tesis doctorales en varios campos de las ciencias sociales.
Visto el fracaso de los esfuerzos por impedir a toda costa que el fantasma de Vilaflor se corporeizase en una masiva manifestación, como la que efectivamente recorrió Santa Cruz sin apenas cámaras de TV, silenciada y relegada en todos los telediarios locales por la plaga de langosta que llegaba a las islas orientales, se pasa a la siguiente fase de negación de la realidad, realidad que, al no aparecer por las pantallas de TV del cuarto de estar, no ha sido real. Dispuestos a combatir por todos los medios (de comunicación) a su alcance la realidad de la multitudinaria manifestación, aparece el ciudadanomómetro de Grafcan y nos dice que eramos sólo 20.715, perros incluídos. La única pega es que -me sospecho- no se lo creen ni ellos, por lo que no es de extrañar que veamos nuevos usos de esta sorprendente tecnología made in Canarias en días próximos.
PD: Aconsejo a Grafcan que pregunten al Dr. Meléndez-Hevia por los trámites para lograr la patente USA del invento, que él ya tiene experiencia en la materia.
Teresa González de la Fe
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