Al fin empiezan algunas tímidas actuaciones oficiales en contra de las prácticas curanderiles del catedrático Meléndez-Hevia en la Universidad de La Laguna. A la
denuncia de la Sociedad Española de Medicina Estética se suma la
investigación abierta por la Dirección General de Salud Pública del Gobierno de Canarias, hecha pública después de unas
contundentes declaraciones del Doctor Sierra, catedrático de salud pública en la misma universidad y titular de ese departamento gubernamental en el pasado.
A ello se suma la
Carta a la opinión pública de la comunidad científica de Canarias promovida desde el Departamento de Bioquímica y Biología Molecular al que pertenece Meléndez-Hevia.
Aquellos que quieran firmarla, deben mandar un mail a fcorzo@ull.es, a fin de que las firmas estén centralizadas.
--------------TEXTO DE LA CARTA-------
Los abajo firmantes, investigadores y miembros de la comunidad universitaria y científica de Canarias, deseamos manifestarnos públicamente sobre el presunto descubrimiento realizado por el Profesor Enrique Meléndez Hevia, miembro del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de La Laguna.
La prudencia aconseja no emitir ninguna opinión sobre la validez de dicho descubrimiento hasta no disponer de información suficiente para ello. Pero las continuas apariciones en los medios de comunicación del Prof. Meléndez hacen necesaria la exposición pública de nuestra postura sobre este tema.
Hay testimonios privados de personas que afirman que, tras seguir las indicaciones del Prof. Meléndez, han conseguido adelgazar significativamente, y han notado mejorías, muy notables incluso, en diversos problemas de salud que padecían previamente. No dudamos de su testimonio, y les felicitamos sinceramente por su mejora.
Pero si se trata de evaluar las posibles aportaciones científicas del Prof. Meléndez los testimonios individuales no son suficientes. Para esa valoración hacen falta datos. Datos que debe proporcionar el Prof. Meléndez, lo que hasta ahora no ha hecho, ya que la única información pública se conoce a través de sus declaraciones a medios de comunicación. Parece ser que el tratamiento consiste en una dieta estricta, carente de hidratos de carbono y acompañada de unos productos “secretos” que, según los diversos análisis extraoficiales realizados, son los aminoácidos glicina y aspártico. Si esto es así, ¿Qué se puede afirmar de este tratamiento? Desde luego, cualquier persona que siga escrupulosamente una dieta estricta, con o sin productos secretos, adelgaza. Y es bien conocido que la pérdida del exceso de peso se traduce en la mejoría de múltiples problemas de salud, incluyendo los problemas asociados a diabetes tipo II. Por consiguiente, hasta aquí no hay absolutamente nada nuevo. El problema reside en valorar si esta dieta específica, con la adición de los antedichos aminoácidos, supone una mejora significativa sobre las dietas existentes, y si además supone la curación del amplio abanico de problemas que, según el Prof. Meléndez, soluciona.
Para poder creer las afirmaciones del Prof. Meléndez es preciso saber la duración y características de la dieta, el número de personas tratadas para cada problema concreto, los criterios de evaluación seguidos para valorar el éxito o el fracaso del tratamiento y los controles experimentales empleados, como mínimo. Se necesita saber la base teórica que justifica una dieta tan radical. Se necesitan conocer esas “matemáticas del metabolismo” descubiertas en 2001 y que, cuatro años más tarde siguen sin ser conocidas y valoradas por la comunidad científica.
En resumen, para evaluar si nos encontramos ante un descubrimiento científico sin precedentes o ante una trivialidad peligrosa es absolutamente preciso disponer de información, que el Prof. Meléndez se niega a presentar amparándose en que está patentando su descubrimiento. Pero esa excusa no es admisible. Para empezar, el Prof. Meléndez debería explicar con claridad qué es lo que quiere patentar exactamente, y para qué, y demostrar que efectivamente lo está haciendo. Hasta ahora se ha limitado a realizar afirmaciones imprecisas. Tan imprecisas que ni siquiera el número de las presuntas patentes coincide en sus diversas declaraciones. Pero es que además no explica qué es lo que pretende patentar ni para qué. No puede patentar la base teórica de su tratamiento, no puede patentar –él mismo lo reconoce- los “productos secretos” y no tiene sentido patentar una dieta. Por último, debería saber que desde el momento en que solicita una patente, ya está protegida su presunta propiedad intelectual, por lo que si efectivamente ha efectuado tal solicitud, podría perfectamente explicar su tratamiento. En resumen, no puede amparase en la excusa de una patente para evitar dar información, previa al menos, que permita saber qué es lo que está haciendo, y con qué resultados, y que permita juzgar los riesgos a que está sometiendo a las personas que en él confían.
Porque mientras sigue sin ser posible la evaluación objetiva de los beneficios y riesgos del tratamiento del Prof. Meléndez, muchas personas se han sometido, bien que voluntariamente, al mismo. La relevancia social de este asunto y las posibles complicaciones que pueden derivarse de un tratamiento ni aprobado ni controlado por autoridad sanitaria alguna, al menos que se sepa, hacen urgente que se aclare su naturaleza. No es admisible que el año 2005 existan en Canarias 7000 cobayas humanos sometidos al arbitrio descontrolado de una persona, por muy científico más o menos prestigioso que ésta sea. Este no es un problema simplemente académico o científico; se trata de la salud de muchas personas que puede estar poniéndose en riesgo innecesario.
Mientras tanto, solo podemos recomendar la máxima precaución a sus posibles pacientes. Recordemos que tanto el Dr. Meléndez Hevia como su hijo el Dr. Meléndez-Morales son biólogos, no médicos ni farmacéuticos y que no están capacitados legalmente para realizar las actividades específicas de unos y otros. Y conviene señalar que la capacitación legal no es solo un reconocimiento burocrático, sino que significa haber adquirido unos conocimientos específicos previos durante muchos años de licenciatura y posterior formación. Ninguno de los dos Dres. Meléndez ha cursado las materias propias de las licenciaturas en Medicina y Cirugía o Farmacia, excepto las que coinciden en su denominación con Biología; tampoco ninguno de los dos se ha especializado profesionalmente en aquellos aspectos de la medicina o de la farmacia que justifiquen su capacitación para proponer tratamiento alguno, o para evaluar los resultados de sus tratamientos o consejos.
Por ello, exhortamos al profesor Meléndez a que exponga públicamente todos sus datos ante la comunidad científica, sin parapetarse en excusas insostenibles, con la seguridad de que serán valorados con rigor y seriedad. En caso contrario, difícilmente puede el Dr. Meléndez esperar de sus colegas más que escepticismo ante sus afirmaciones y una profunda preocupación ante las consecuencias de su comportamiento.