Hoy, 15 de noviembre, es el día de San Alberto Magno, patrono de las ciencias. Eso de que las ciencias tengan santo patrono no deja de tener su coña, pero un festivo es un festivo. Homenaje o casualidad, la fecha es apropiada para el contenido del artículo que publica en
La Opinión de Tenerife el Dr. Aldo González Brito, profesor titular de fisiología en la
ULL. Desgraciadamente, el artículo no aparece en la edición digital del periódico, aunque puede obtenerse una imagen en el
kiosko de la ull.
Se refiere el artículo a la participación del Dr. Meléndez Hevia en las Jornadas de la hipertensión celebradas el pasado sábado, 5 de noviembre, en el Hotel Mencey de Santa Cruz de Tenerife. Meléndez participó en una mesa redonda y en ella expuso su “cambio de paradigma”, relató algo sobre los efectos de su tratamiento, aunque más bien en plan
power point y fotos de “antes del tratamiento” y “después del tratamiento” que en forma de trabajo científico. Y reveló al mundo el misterio de la composición de su factor 2: el ácido aspártico.
El artículo del profesor González Brito no tiene desperdicio. Me limito a destacar unos extractos que hacen referencia a temas que han salido en los diferentes comentarios a los artículos del
Melendezgate.
Un tema es el “nuevo paradigma” de Meléndez, cuando se pone en el papel heroico de moderno Galileo del Metabolismo perseguido por la cerrazón y la envidia de sus colegas.
Dice el Dr. González Brito:
“La hipótesis del Dr. Meléndez es que en pacientes sometidos a una dieta baja en hidratos de carbono, el efecto de la glucosa en el “mantenimiento” de la oxidación de las grasas sería sustituido por el ácido aspártico. Si bien bioquímicamente es posible, y la ruta metabólica está claramente definida, esta hipótesis requiere ser demostrada y en esta tarea es donde el Dr. Meléndez demostró un alarmante alejamiento del conocimiento y el método científico.”
...
”En lugar de probar científicamente su hipótesis, el Dr. Meléndez opta por la ingente tarea (roza la megalomanía) de sustituir completamente todo el conocimiento científico establecido sobre metabolismo, nutrición y obesidad por un nuevo “paradigma”. Lo sorprendente es que los paradigmas se crean y se reforman continuamente en base a experimentos científicos que prueban hipótesis alternativas, y el Dr. Meléndez crea un nuevo paradigma, sin realizar experimento científico alguno y con el único aval de sus creencias y opiniones. Su divorcio con la ciencia lo confirmó con afirmaciones sobre la relatividad del método científico (“cada científico tiene su método”) o cuestionando la validez de la estadística para demostrar resultados (“yo sólo creo en lo obvio”).”
¿Galileo? ¿No se le llama al método científico el método galileano? ¿Habrá también elaborado el profesor Meléndez un nuevo método de conocimiento que no requiere más prueba que la obviedad y que sustituye la prueba científica por la fe en los poderes mágicos de la sabiduría oculta y patentable?
Y hablando de obviedades, Meléndez presentó a su audiencia médica las fotos del antes y el después de que sus “pacientes/sujetos experimentales” tomasen sus “polvos”: sus grandes pruebas obvias. Sus éxitos más fulgurantes radican en el tratamiento de la obesidad, siendo éste el que ha dado pie a la denuncia de la
Sociedad Española de Medicina Estética que ya se
comentó.
A propósito de la dieta y de la “revelación” del componente de su factor 2, que ya conocíamos en este blog desde hace meses, dice el Dr. González Brito:
“Si el Dr. Meléndez intentara probar que aporta algo novedoso en el tratamiento de la obesidad, deberá inexcusablemente demostrar que sus pacientes no consumen dietas hipocalórica; que los niveles de ácido aspártico aumentan en sangre tras su ingestión (podría ser metabolizado directamente en las células intestinales para formar glucosa), que el paciente disminuye más de peso cuando utiliza ácido aspártico que cuando no lo utiliza, y que el ácido aspártico aumenta el metabolismo de grasas. Mucho me temo, que ni tiene interés alguno en demostrarlo, ni probablemente sabría hacerlo. ¿Y que hay del resto de enfermedades que afirma curar con el aspártico?. Presentó unos datos penosos sobre hipertensión arterial e incluyó en su nuevo paradigma un verdadero disparate científico: según él, el efecto beneficioso sobre la presión arterial se debe a que su tratamiento disminuye los depósitos de grasa en los capilares sanguíneos. Ni los capilares depositan grasa, ni la hipertensión tiene que ver con depósitos de grasa. Mucho me temo que confunde una opinión -desde el desconocimiento de la medicina, desafortunada y carente de rigor- con una prueba científica.”
Por estas y otras razones hemos tachado aquí al profesor Meléndez Hevia de “curandero curalotodo”, que no es ofensivo sino descriptivo. Eso es lo preocupante. Es lo mismo que concluye el Dr. Brito:
”Probablemente no estemos asistiendo a una revolución del conocimiento científico sobre la obesidad, quizás estamos asistiendo a la metamorfosis de un científico a curandero.”
¿Por qué se ha lanzado el profesor Meléndez a esta aventura clínica? ¿Puro afán de lucro? ¿Vanidad? ¿Megalomanía? Por lo pronto, el tinglado tiene unas proporciones considerables -3 clínicas, dicen, con personal médico y administrativo para 7000 “pacientes/sujetos experimentales”-. Según afirmaba Don Eligio Hernández, ex Fiscal General del Estado y representante legal de Meléndez, además de “paciente/sujeto experimental” voluntario, todo el tinglado de Meléndez es legal y está en orden ya, después de muchas reuniones y papeleos, que traslucen que ha podido estar funcionando con irregularidades en los pasados 15 meses.
Don Eligio hizo las declaraciones que recoge
La Opinión de Tenerife del pasado domingo 13 (San Diego, patrón de la Universidad de La Laguna), en una especie de reunión que había organizado Meléndez en su Instituto del Metabolismo Celular para unos 60 profesionales en su mayoría médicos. Después de lo mal que quedó en las Jornadas médicas del día 5, una semana después trata de levantar su dañada imagen. Meléndez explica su teoría del metabolismo y Don Eligio aclara la situación legal después de las críticas de la comunidad universitaria, médica y científica. Y de que las autoridades hayan abierto algún expediente, aunque si las cosas son como se cuentan, nos cabe la duda de si queda algún funcionario, o funcionaria, que tanto da, en la comunidad autónoma que no sea “paciente/sujeto experimental voluntario” de nuestro profesor y sea capaz de llevar una investigación con imparcialidad y neutralidad.
Las declaraciones de Don Eligio en esa reunión merecen algún comentario. Sólo algunas cosas que resultan curiosas. Que no acaba una de verlas claras.
La primera es que Don Eligio es paciente de Meléndez. Esto, en principio, no quita ni pone nada, pero sí le resta un poco de credibilidad.
La segunda es que dice Don Eligio que lleva desde octubre del año pasado trabajando para aclarar las dudas legales sobre los tratamientos que Meléndez vende a sus pacientes bajo el nombre de "investigación". Más de un año para "legalizar" las actividades de Meléndez indican que, como mínimo, éstas no estaban nada claras y que, cuando empezó Meléndez a "recetar", dentro de la universidad, no se había preocupado de estas "minucias legales". Don Eligio relata su periplo legal por la Agencia Española del Medicamento y la ley de seguridad alimentaria, que ha concluido en que los componentes de los polvos, al menos de uno de los factores, el ácido aspártico, es un nutriente que no ha de seguir los procedimientos exigidos para los ensayos clínicos con fármacos. De los componentes del resto de los factores (al parecer son hasta 6 los tipos de "polvos" que se recetan) no dice una palabra. ¿Esos son legales? ¿son también nutrientes?
La tercera es que, siendo un nutriente y teniendo que adecuarse a la ley de seguridad alimentaria, en las etiquetas de los botes de los "polvos", (en las que desde el comienzo de los experimentos aparece el "Instituto del Metabolismo celular", inexistente al principio, registrado como empresa bastante después)
no figura la composición de los mismos. Don Eligio dirá lo que quiera (y él es el primer interesado en que lo de Meléndez sea legal pues está implicado y forma parte de la "investigación", además de estar ahora al servicio del bioquímico), pero si hasta los chicles tienen que especificar en el envoltorio su composición, ¿cómo es que estos "alimentos" no lo hacían, siguen sin hacerlo y, sin embargo, son vendidos de forma legal al decir de Don Eligio? Hay cosas que no cuadran.
Para acabar de tranquilizarnos, Don Eligio dice que los responsables de la Agencia del Medicamento le dijeron que el aspártico estaba catalogado “como alimento en los decretos de Sanidad, que se comercializaban como aminoácidos y que lo único que hacía falta era comunicar al registro alimentario correspondiente que esto se estaba dispensando.” Fueron a la Consejería de Sanidad, “con la que, según explicó, han mantenido constantes reuniones "la última hace 15 días donde estaba el director general de Farmacia [Alberto Talavera] y la consejera de Sanidad [María del Mar Julios]"". Y por si quedan dudas de lo enteradas que están las autoridades, y las garantías que ello nos supone, Don Eligio dice se han reunido con el presidente del Gobierno, Adán Martín, y que algunos miembros del Gobierno "consumen estos aminoácidos". ¿Se reúnen en la consulta/Instituto de Meléndez o piden hora en los despachos oficiales?
Menos mal que dice Don Eligio que “nuestra absoluta voluntad es someternos a la legalidad". Porque todo este tinglado de “experimentos de pago” con gran parte del Gobierno y de la clase política estando implicados como clientes/pacientes, con 7000 personas implicadas, 3 clínicas y un volumen de negocio que no debe ser despreciable, canta un poco. Canta bastante, más bien. Sin embargo, como nuestro presidente se ha comprometido a hacernos felices y como él mismo, dicen, acude a tratarse con Meléndez, podemos estar tranquilos y tomarnos los polvos de Meléndez una vez que hayamos logrado cita, firmado los papeles que le eximen de responsabilidad y abonado la correspondiente cuota “voluntaria” de apoyo a la investigación. Después, a casita, a poner “la nuestra” y a ver "Phenomena", ese magnífico programa de alto contenido de divulgación científica en el que se afirma que en Canarias "se han visto ovnis" (sic). ¿Será Meléndez el próximo premio Canarias de Ciencia?
Sigue Don Eligio afirmando que las patentes están en trámite, digan lo que digan quienes lo niegan o lo dudan. No dice nada La Opinión de que haya presentado algún recibo, e-mail, papel o justificante de que se estén tramitando. Concedámosle el beneficio de la duda, pero preguntamos ¿cuántos años tarda en concederse una patente? Porque al paso que va la innovación tecnológica, cuando concedan la patente el invento corre peligro de estar desfasado...
Doy por cerrado el Melendegate porque parece estar ya muy claro que, como le sucedió a Josef K, nuestro profesor ha metamorfoseado en boyante curandero empresario con un revolucionario e insólito procedimiento de financiación de la investigación. Recomendamos a la
Oficina de Ciencia y Tecnología del Gobierno de Canarias, que está también bajo la responsabilidad de María del Mar Julios, que estudie con cuidado esta nuevo modelo financiero por si puede contribuir a elevar los depauperados indicadores canarios en esas materias de la I+D+i.
Concluimos, pues, que ni Galileo del metabolismo, ni nóbel canario. Meléndez ha fundado una especie de culto y se acude a él, a su holding, porque se cree en el milagro bioquímico matemáticamente deducido con lápiz y papel. Con la fe hemos topado. No caben ya los argumentos. Alguien ya lo ha calificado de benefactor de la humanidad. Ya está en los nuevos altares de la postmodernidad arropado por el poder, el dinero y los medios de comunicación. La metamorfosis se ha consumado.