Ha ganado las elecciones chilenas una mujer, Michelle Bachelet, que será la primera presidenta chilena. Lo que nos informa realmente sobre sus posibles actuaciones políticas no es el hecho de que sea mujer sino el hecho de que es socialista y se ha presentado encabezando una alianza de partidos y grupos de centro-izquierda. El hito histórico de ser la primera mujer que accede a la más alta magistratura de Chile es importante, sin embargo, porque empieza a hacer visible, en los repartos de poder, que las sociedades humanas están compuestas por hombres y mujeres a partes más o menos iguales.
La igualdad, digamos, demográfica no se corresponde para nada con otro tipo de igualdades posibles: en derechos y libertades, en estatus socioeconómico y oportunidades de vida, en el acceso al ejercicio de los poderes, etc. En el ejericio del poder, las mujeres han estado bastante ausentes o muy poco presentes a lo largo de la historia, pero últimamente empiezan a hacerse visibles mujeres con poder, véase el caso de la poderosa Condolezza Rice, véase la también poderosa -aunque a otra escala- María Teresa Fernández de la Vega.
Las desigualdades de género son las que tienen base en el sexo biológico de los individuos debido a los diferentes y desiguales papeles sociales que las culturas otorgan a los sexos. De ahí que se use el concepto de género -una definición socio-cultural-. A diferencia del sexo, que es universal, el género es una 'construcción' social o, como prefiero llamarlo, un conjunto de instituciones sociales, que varía empíricamente entre sociedades, culturas y épocas históricas. De ahí que, realmente, el feminismo sea una teoría política, un proceso de cambio consciente y dirigido para dotar de igualdad a instituciones que favorecen conductas y situaciones no igualitarias.
En relación con esto, el palabro 'empoderamiento', que veo hoy tratado en el
Top Secret del CanariasAhora.com, significa la puesta en práctica de acciones y medidas encaminadas a incrementar el poder de las mujeres -y otros colectivos desfavorecidos-. En este sentido, forma parte del conjunto de políticas sociales de cualquier gobierno europeo. Me ha hecho gracia que el Top Secret descubra algo muy conocido y sabido en ambientes feministas, pero desconocido, a lo que se ve, en otros circulos periodísticos y sociales.
Incluso en estas islas se han hecho cursos y jornadas dedicadas al 'empoderamiento' femenino, principalmente dirigidos a mujeres que ocupan cargos públicos -en todos los niveles de la administración-. Si digo "cargas públicas", el sexismo lingüístico desvirtúa completamente el significado. No sé si sería aceptable cargarse las reglas gramaticales y hablar de "cargos publicas" para nombrar a las mujeres que ostentan cargos públicos, sean concejalas, alcaldesas, consejeras, directoras generales, etc. Cuando Rosa Dávila fue directora del Instituto Canario de la Mujer, las mujeres de todas las "tribus" de CC ya hicieron unas jornadas de empoderamiento. Parece que no fueron muy eficaces, porque los gobiernos de CC no puede decirse que sean un ejemplo de paridad precisamente, sino de todo lo contrario, pero mejoró un poco la escandalosa situación. Es bueno que las psoecialistas tomen el relevo y sigan empoderandose. Ello hará que los "paisajes sociales", las fotos, de las esferas del poder, se asemejen a la realidad demográfica y democrática de la paridad y la igualdad.
Algunas mujeres hemos tenido suerte y nos han educado abuelas que simpatizaban con las sufragistas inglesas y americanas, y madres y tías que compartían ideales de las "women' lib" y tenían la "osadía" de trabajar y ganar su dinero ejerciendo las nuevas profesiones femeninas del siglo XX: telefonista, maestra, taquimecanógrafa o secretaria. Además de ser madres de las familias numerosas que se estilaban en 1950 y 1960. A ellas les quiero dar las gracias por abrirnos un camino no reducido a esposa y madre, las labores y el piano, la casa y la cocina.
El hecho de ser presidente o presidenta no mejora ni empeora a priori los prblemas o la situación de un país. Pero sí hace mejor, moralmente mejor, a las sociedades y a las leyes que hacen posible el acceso de las mujeres y dan cancha a la mitad de los talentos disponibles.
¡Mis mejores deseos, doña Michelle!