No tienen mucha credibilidad social los sondeos de opinión. Todo el mundo piensa que en una encuesta sale lo que los que la pagan quieren que salga. Tampoco goza la estadística en general de credibilidad por aquello del medio pollo para cada uno. Sin embargo, sin estadísticas, hoy, en estas sociedades tan pobladas y tan complejas, nada se podría hacer; los gobiernos y las instituciones no serían capaces de conocer la realidad de sus ámbitos de responsabilidad. Sin sondeos demoscópicos, no se sería capaz de atisbar las preferencias y el estado de opinión de los distintos colectivos y grupos que componen la sociedad.
Las estadísticas son sensores sociales y aquello que miden son los ámbitos relevantes para el poder, para el Estado y para sus organismos y para las organizaciones internacionales. Se mide aquello que es relevante socialmente y la forma de medirlo coincide con la definición de relevancia social que viene dictada, cada vez más, por organismos internacionales (la
OCDE, la
UniónEuropea o cualquier otra entidad de este tipo). Por ello, cada vez más, los organismos nacionales y regionales encargados de confeccionar las estadísticas, reunen a sus técnicos para negociar y acordar las definiciones de lo que se va a medir, los indicadores que permitirán hablar de los temas relevantes, sean éstos la seguridad ciudadana, los precios, el paro, el fracaso escolar, la igualdad de género, etc. En las ciencias sociales, como en muchas otras ciencias, la estadística se ha convertido en una herramienta esencial, pese a que la estadística sea una rama de las matemáticas muy pegada al llamado "sentido común".
Una rama especialmente lucrativa es la demoscopia política y, en concreto, electoral. Los partidos políticos y las organizaciones económicas quieren saber (en una sociedad democrática -o partitocrática-, claro, porque en las dictaduras no hace falta) si la ciudadanía ve con buenos ojos sus actuaciones y estaría dispuesta a seguirlos apoyando en el futuro, si son bien valorados o no, si sus mensajes y discursos tienen eco en la sociedad, etc. Además, los sondeos o encuestas políticas se han convertido en un arma más de las batallas políticas: cada partido encarga el suyo y juega con él como le conviene, pues es una excelente excusa para atraer el interés de los medios de comunicación. Y las empresas de comunicación, que son actores muy relevantes en la batalla política, encargan también sus encuestas, dedican sus espacios a comentarlas y a hacer sus pronósticos y predicciones basándose en sus resultados.
Eso ha hecho ayer el partido gobernante en Canarias: ATI-CC. Su presidente, el obtuso Paulino Rivero, presentó ayer triunfalmente un sondeo que hoy recoge toda la prensa regional en un despacho de la agencia ACN. Me ha llamado la atención una cosa: dice que el 43% de los canarios cree que CC es el partido que "más ha luchado por Canarias", el 39% cree que es el que "mejor defiende los intereses de las islas en Madrid" y el 38% cree que es el que "mejor representa los intereses del Archipiélago". Lo que significa, aunque esto no se dice, que un 57%, un 61% y un 62% no lo creen o no se pronuncian al respecto, dato que es más coherente con otra afirmación que se hace: que el 70% de los canarios piensa que CC-ATI no representa al conjunto del Archipiélago. Eso por no entrar en cómo se pregunta lo que se pregunta para que la respuesta sea la buscada. Y la perla del señor Paulino (Primo de) Rivero (como lo bautizó el difunto Roy al que tanto se echa de menos en la prensa política) fue decir que "estos datos son importantes porque ofrecen el clima de opinión que ratifique científicamente las estrategias políticas a seguir desarrollando." ¡¡Científicamente!!
Dado el anumerismo (John A. Paulos dixit) reinante en nuestras sociedades, las matemáticas son el mejor modo de disfrazar de seriedad afirmaciones carentes de contenido objetivo. Por ello son tan usadas por las pseudociencias y la pseudociencia política no es una excepción. La batalla electoral ya ha comenzado y las encuestas son un arma importante en ella, pues, lejos de informar, buscan sobre todo influir y crear opinión y, sobre todo, convencer a los indecisos, ese grupo ciudadano que, cada vez más, son los decisivos a la hora de inclinar la balanza del triunfo en las urnas debido al crecimiento imparable de la abstención.
Tiempos interesantes. Vaya año que nos espera.