Ayer se produjo en Santa Cruz de Tenerife un hecho insólito en estas tierras: la agresión en la calle a cuatro profesores por "hablar godo", tal como recoge
La Opinión de Tenerife y
Canarias 7. Los profesores estaban en la isla formando parte de un tribunal de oposiciones de la universidad. Uno de ellos, el que salió peor parado, es Maximiano Trapero, catedrático de Filología de la
ULPGC y autor de numerosos trabajos sobre literatura canaria y sobre topónimos de las Islas.
Que conste aquí mi condena a esta agresión fascista y racista, a este atentando contra la libertad. Miedo da que se generalicen estos comportamientos contra los peninsulares, residentes y de paso, de las Islas. Antes se distinguía entre 'peninsular' y 'godo', sirviendo este último término para designar al funcionario o militar que venía con actitudes colonialistas y aires de superioridad, autoritarios y prepotentes, y que abundaban en todos los escalones de la función pública. De unos años a esta parte, al calor del crecimiento de los nacionalismos y pseudonacionalismos canarios, esta distinción ha desaparecido para englobar en el despectivo 'godo' a todos los oriundos de las Españas, incluidos los baleáricos, así vinieran de vacaciones y así estuvieran ayudando a salvar al maltrecho turismo canario, que lleva años escapando del desastre gracias precisamente al turismo peninsular.
En esta tierra todos somos mestizos en mayor o menor grado. Todos somos hijos, nietos, bisnietos o tataranietos de gallegos, portugueses, andaluces, castellanos, valencianos, catalanes, murcianos, malteses, franceses o ingleses, en algunos casos mezclados con genes de aborígenes. En Canarias, en tiempos de los Reyes Católicos y de sus siniestras medidas, no se exigió la "limpieza de sangre" con el fin de poblar las recién conquistadas tierras. Por ello, además de los portugueses que acudieron al lucrativo negocio de los ingenios de azúcar -de ahí la abundancia de Marreros en nuestros apellidos-, los judíos expulsados de Sefarad y los conversos encontraron en las Islas un refugio donde vivir y trabajar en relativa paz pese a los desmanes de la Inquisición.
Por otra parte, las actitudes prepotentes y autoritarias hace ya mucho tiempo que dejaron de ser cosa de "godos" y encontramos ejemplos abundantes de ellas en nacidos en las islas a poco que tengan un cargo e, incluso, un "carguito", pues ellas no tienen que ver con el lugar de nacimiento sino con la persona y la personalidad.
Esperemos que éste haya sido un hecho aislado y que el fascismo no empiece a tomar carta de naturaleza en estas tierras. Mi apoyo a Trapero y a sus colegas. Me da vergüenza que esto haya sucedido aquí. Ganas me entran de ponerme a pronunciar eses, ces y zetas y de conjugar los verbos con el vosotros en la segunda persona del plural.