Leemos hoy con estupefacción en
La Opinión de Tenerife que uno de los polvos de Meléndez, el factor 2 que consiste en ácido l-aspártico, se compraba a la división industrial y no a la alimenticia de la empresa Indukern. O sea, que los pacientes de Meléndez han estado consumiendo productos destinados a la industria y no a la alimentación, después de tanto insistir en que eran nutrientes.
Parece que la empresa de Meléndez, el Instituto del Metabolismo Celular, estaba
usando sin permiso el número de registro sanitario de la empresa catalana Indukern y que ésta, al enterarse, ha dejado de vender los polvos a la suministradora de Meléndez, la empresa Quimipur. Además, Quimipur no está autorizada para trabajar con alimentos sino sólo con productos destinados a la industria. Estupendo. ¡Que viva la salud!
Además, Indukern ha amenazado con llevar a Meléndez a los tribunales por usar sin permiso su número de registro sanitario, cosa que no asusta mucho a Eligio, pues qué es una raya más para un tigre. Como resultado de la negativa de vender a Quimipur, los pacientes de Meléndez llevan un par de semanas sin poder comprar sus polvos. Ignoramos si ha cundido el pánico entre los consumidores habituales .
Nos sigue llamando poderosamente la atención que la justicia no haga efectiva una orden de los Gobiernos de Canarias y de España y que se sigan vendiendo, con pirateo de registros sanitarios, productos en principio destinados a uso industrial para el consumo humano sin que pase absolutamente nada. Y que se le pongan tantas trabas a los que intentan usar el cannabis para el tratamiento del dolor.
Me pregunto ¿siguen llevando registro de sanidad los botes de polvos? ¿qué nuevas triquiñuelas jurídicas nos deparará el ex fiscal general? ¿se sabrá algo del juez que debería hacer efectivas las prohibiciones de la Consejería y el Ministerio de Sanidad? ¿cuáles son los efectos de la carencia de polvos? Igual se descubre que no pasa nada y que por tanto son completamente ineficaces desde el punto de vista de la salud. O, peor aún, igual se colapsan todavía más los servicios de urgencias de los hospitales.
Tanto meterse con la poderosísima y malvadísima industria farmacéutica por parte de la Asociación de amigos de Meléndez y los periodistas adictos y afectos, y resulta que estaban consumiendo productos para uso industrial con un registro pirateado. Y luego se molestan porque lo llaman curandero...