En tierras andaluzas es imposible sustraerse al influjo del Islam, pues por todas partes están las huellas de su presencia. Una de ellas, y magnífica por cierto, es el
Real Alcázar de Sevilla, que es la sede de la exposición sobre el Mediterráneo de Ibn Jaldún, a quien todos estudiamos como uno de los padres de la ciencia social, un precursor que tiene además las virtudes de ser muy antiguo (nada menos que del siglo 14) y de no ser europeo.
Lo de no ser europeo es
importante en la medida que permite incorporar otra visión sobre la sociedad y la naturaleza humana realizada desde una sociedad diferente a las europeas cristianas. Y lo hace en un siglo de cambios y tragedias: guerras y peste negra.
Ibn Jaldún legó a la ciencia social sus reflexiones, racionales y basadas en hechos y datos, sobre ese convulso Mediterráneo centro de un mundo globalizado, en su monumental Historia, dividida en la Muqaddima o prolegómenos, la historia propiamente dicha y una autobiografía que cuenta, además, con generalizaciones sobre la naturaleza humana.
El Legado Andalusí tiene una detallada información sobre este sabio preclaro, con una vida tan azarosa como
interesante.
La exposición, titulada
Ibn Jaldún. El Mediterráneo en el siglo XIV. Auge y declive de los Imperios, busca mostrar ese complejo y violento Mediterráneo en la época de Jaldún. Sin embargo, el mayor descubrimiento y lo mejor de la exposición fue para mí el propio
Alcázar y su apasionante historia. Un edificio impresionante de bases romanas que no ha hecho más que crecer a lo largo de más de 1000 años y que es prueba palpable de lo bien que viven los poderosos siempre. Verlo de
noche añade encanto al deambular entre objetos, textos e imágenes que constituye toda exposición y que en este caso es muy completa y tiene detrás un minucioso trabajo.
No he leído directamente a Ibn Jaldún. Siempre he leído
sobre él. Pero la exposición me ha dado ganas de hacerme con la
Autobiografía de este abuelo de la ciencia social. Viendo el Mediterráneo de su tiempo, no me ha extrañado en absoluto que fuese un teórico del conflicto. Lo raro hubiese sido lo contrario.