El melendezgate también ha vuelto de vacaciones. Nos enteramos hoy en
La Opinión de Tenerife que la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias le ha impuesto a Meléndez-Hevia una multa de 360.600 ¤ por seis infracciones procedentes de diversas denuncias de pacientes.
Ya iba siendo hora de que pasase algo con la prohibición de Sanidad, al menos para saber que sigue ahí, que hay vida detrás de los expedientes. Dice el periódico:
"En el documento administrativo se remarca que la primera infracción ha sido "elaboración, fabricación, importación, exportación y distribución de medicamentos por personas físicas o jurídicas que no cuentan con la perceptiva autorización". La segunda infracción, según Sanidad, es por "no realizar los controles de calidad exigidos en la legislación sanitaria", de usar "productos en fase de investigación", sin haber recibido la declaración que lo califique como tal"; por "realizar ensayos clínicos sin autorización" y el quinto es por "dispensar medicamentos en establecimientos distintos a los autorizados"; el sexto es por "realizar promoción" de medicamentos." Algo más de 10 millones de pesetas por sanción, lo que no es mucho teniendo en cuenta que estamos ante "el mayor negocio de la historia", en palabras del propio Meléndez.
Debe ser para hacer frente a las multas que Meléndez ha empezado a cobrar por sus consultas. Unos 50 ¤ por la primera y unos 35 ¤ por las sucesivas. Además de los polvos y las cremas. Lleven preparados unos 200 leuros los y las que se decidan ir. Meléndez sigue diciendo que se trata de una contribución a la investigación científica, pero alguna gente se pregunta qué investigación es esa donde los conejillos de indias son al mismo tiempo los paganinis.
Eligio Hernández amaga con dejar chico al mismísimo Perry Mason. Por lo que entendemos del periódico, al caso del TSJC con sede en Las Palmas de Gran Canaria, hay que sumar otro en el juzgado nº 3 de Santa Cruz de Tenerife, donde Eligio declara que va a llamar como testigos a los médicos y enfermos que han puesto las denuncias. "Momento de la verdad" lo califica él. Al mismo tiempo, se ha creado la Asociación de Médicos del Instituto de Metabolismo Celular presidida por Cristino Suárez.
Veremos qué sucede en ese momento de la verdad. Eligio sabe, al igual que lo sabe Meleńdez, que no han seguido ni la ética de la investigación científica con seres humanos, ni la lógica y el rigor del procedimiento científico a la hora de poner a prueba hipótesis. Hace ya seis meses, poco antes de morir, Javier Corzo
comentó el dilema que tiene Meléndez:
"a) Si quiere basarse en trabajos ajenos para demostrar que la glicina es útil, está admitiendo que es un fármaco, y su investigación es ilegal, al haber realizado un ensayo en un número indefinido de personas con un compuesto a concentraciones farmacológicas, con intención de curar enfermedades (lean sus declaraciones) y sin control ni autorización.
b) Si insiste en que es un nutriente, no puede basarse en esos trabajos, luego no puede presentar evidencias independientes ni de la inocuidad ni de la eficacia de la glicina."
Para él lo más importante era "que la glicina puede actuar como fármaco, y Meléndez la está mandando al buen tuntún, y sin tener muy claro ni lo que hace ni los efectos a medio o largo plazo que pueda tener." Ese sigue siendo el problema. Si la Consejería logra que Maléndez paque la multa -que Eligio no la recurra y la vuelva a recurrir- al menos habrá un fondo con el que empezar a hacer frente a futuras posibles reclanaciones.
Noticias como la de hoy nos hacen concebir esperanzas de que no fueron inútiles los esfuerzos y las palabras del profesor Corzo.