Eduardo: gracias por tus comentarios. Parece que, por fin, tendremos algo sobre lo que polemizar (va por ti, Tosinfoal... si hasta me están entrando ganas de escribir a doble espacio y todo...).
Vamos a ver: no creo que yo, precisamente, sea sospechoso de hacerle el juego al IMC. Estoy de acuerdo en que debe ser Meléndez quien demuestre los efectos positivos de su "tratamiento"... PERO... seamos prácticos: eso tenía que haberlo hecho ANTES de la comercialización, y no lo ha hecho. Por tanto, tenemos en la calle un producto alegal que está siendo consumido libremente por un grupo considerable de personas, algunas de ellas con patologías serias, y otras con un simple problema de sobrepeso que quieren reducir.
Bueno, pues el propio Javier Corzo explicó en este blog que la famosa dieta polvera, en un sujeto previamente sano, y durante un tiempo limitado, PROBABLEMENTE no le produciría efectos adversos. "Probablemente", porque, aunque la bibliografía que puede consultarse no habla para nada de megadosis de aminoácidos, no hay "elementos teóricos" que hagan sospechar esos efectos adversos...
En este tema, la mujer del César debe parecer honrada, además de serlo. Lo que he dicho es que la acusación contra Meléndez de someter a sus clientes (me niego a llamarlos pacientes)al riesgo de efectos adversos graves es una formulación teórica, una hipótesis; tan teórica como los propios teoremas del metabolismo de Meléndez.
¿Qué problema hay con que el fármaco ya esté en el mercado? Los laboratorios farmacéuticos hacen estudios clínicos con fármacos comercializados todos los días; se llaman estudios post-comercialización, y sirven , entre otras cosas, para detectar reacciones adversas garves y extremadamente raras, que no se hubieran detectado en los ensayos clínicos precomercialización.
Un suponer: un grupo de médicos de un Centro de Salud de Santa Cruz, cuyos pacientes están tomando los polvos de Meléndez por su cuenta y riesgo para bajar de peso, y que "a priori" no padecen de ninguna otra cosa, deciden hacerles un seguimiento clínico y analítico a los 3,6 y 12 meses, después de aconsejarles por escrito que abandonen dicha terapia por no estar contrastada científicamente. ¿Algo que objetar hasta aquí?. Los médicos, en nuestro bendito sistema sanitario público, disponen a su antojo de las pruebas complementarias (y de las bajas laborales, y de los medicamentos, pero eso es otro cantar...), sin que nadie los supervise; así que el gasto generado queda sepultado dntro de la enoooooorme montaña del déficit sanitario. ¿Una simple hipótesis? Pregúntale a Rafi, una habitual de este blog, a ver qué hace su médica con ella...
Sigamos con el símil. Supongamos que este grupo de médicos, luego de un año de seguimiento, analiza estadísticamente sus datos y descubre que la famosa dieta no tiene mayor incidencia en diferentes parámetros biológicos, y que la gente, efectivamente, baja de peso (como ocurre con la dieta Atkins y similares). ¿Quién puede impedirles enviar un manuscrito a una revista para su publicación?. No hay conflicto de competencias con Meléndez, puesto que éste no ha publicado nada al respecto, y las patentes no hablan para nada de investigaciones externas sobre pacientes en curso...¿Conflicto ético? Los pacientes toman lo que les da la gana, libremente, y sus médicos sólo anotan los resultados de las observaciones. Los estudios observacionales son tan científicos como cualquier otro, mi querido amigo.
Y, en cuanto a lo del Comité Ético, debo decirte que no hace falta crearlo: todos los hospitales públicos de la Comunidad Autónoma tienen un Comité Ético que debe aprobar cualquier ensayo clínico o estudio experimental que se realice dentro del hospital. Y es ahí donde radica mi maledicente duda: con la que está cayendo, ¿sería capaz, un comité ético hospitalario de esta Comunidad, de aprobar la realización de un estudio observacional como el que he descrito, sabiendo que los resultados pueden ser contrarios a los que se presumen? El sesgo de no publicar resultados negativos a la hipótesis a demostrar es conocido, está ahí, y no puede negarse.
Por último, y para Pablo: lo de la hamburguesa XXL es un ejemplo más de lo que puede hacer un Estado paternalista y ñoño con unos ciudadanos infantilizados y gilipuertas. ¿Que no quieres que tus hijos se pongan como Eligio Hdez. en época pre-polvera? Pues, NO LES DEJES IR AL BURGUER KING, COÑO, que para eso eres su padre/madre... ¿o es que el Estado también tiene que educar a nuestros hijos y enseñarles a comer?
Saludos cordiales.
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