2.500 ¤ = hijo
Como en España pasan cosas muy raras desde que las oportunidades de estar en el poder andan tan igualadas, la vida política está llena de excentricidades. La más grave, la ligereza con la que la oposición está usando el tema del terrorismo, los dos terrorismos que padece España y que no nombro para eludir a los buscadores.
Pero no menor excentricidad ha sido la del Presidente Rodríguez Zapatero de entregar 2.500 ¤ a las madres, tanto biológicas como de acogida o de adopción, de todos los bebés nacidos desde ayer, 3 de julio.
Es una excentricidad, además de un golpe electoralista, porque se dan los 2.500 ¤ de nuestros impuestos a madres ricas y pobres, con apuros y sin ellos, y eso de entrada en las ayudas sociales públicas no es una medida adecuada, pues olvida el objetivo de redistribución de rentas propio de las políticas sociales. Además, de nada sirve, en el caso de las madres (y las mujeres que quisieran serlo) de las clases medias y bajas, pues es una ayuda puntual, que les vendrá muy bien para el cochito o la sillita del coche ahora obligatoria, pero que no sirve de nada a la hora de atender a lo que implica la crianza y educación de un hijo.
Las clases altas no tienen estos problemas porque disponen de recursos de sobra para atender a estas cuestiones. Las clases medias y bajas, obligadas a trabajar a destajo para pagar hipotecas salvajes y llegar a fin de mes, están obligadas a utilizar a sus familias (madres, suegras, hermanas y cuñadas) para llevar a cabo las políticas de ayuda a las familias que no existen en el sector público. Los bajos salarios y la precariedad laboral (que afecta tanto a jóvenes titulados universitarios como a los de menores niveles educativos) y los precios abusivos de las viviendas de alquiler (que inducen a la compra para rentabilizar la inversión) dibujan un escenario en el que tener hijos no es precisamente fácil.
La organización social dificulta, cuando no impide, ser madres a las mujeres que quieran (o requieran) tener independencia económica o desarrollar una carrera profesional, y ser padres a los hombres que no tengan unos ingresos suficientemente altos como para hacerse cargo de toda la familia. Cuando a pesar de las dificultades aparecen los hijos, son las familias las que llevan a cabo las ayudas y servicios que permiten su crianza: abuelos y abuelas pasan a ocupar un papel protagonista, especialmente si están jubilados o son amas de casa. Cuando abuelos y abuelas también trabajan a destajo para llegar a fin de mes, la cosa se complica mucho y aparecen las situaciones de los niños solos de la llave y la educación familiar a cargo del teléfono, la TV, la consola y los PC, que son cada vez más frecuentes y cuyos efectos aún no se conocen completamente.
Los 2.500 ¤ son una trampa y una medida electoralista y publicitaria. No sé cuánto costará la medida al presupuesto estatal de cada año, pero ese dinero es más necesario en la creación de servicios sociales, como una buena red de escuelas infantiles, que en el bello gesto de que los españoles en conjunto, como pasa en los centros de trabajo, hagamos colecta para comprarle el cochito a los recién nacidos o adoptados desde el 3 de julio de 2007.
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