La sentencia sobre el 11 M de 2004, día maldito donde los haya, casi seguro que no callará a los que viven de inventar una realidad, de conseguir que mucha gente la crea verdadera y actúen conforme a esas creencias. La construcción mediática de la realidad, que la llamaron en su día y que hoy es el día a día de algunos emporios de contenidos mediáticos en soportes diversos, aunque en progresiva unificación. Gracias a internet, esta concentración siempre tiene geiseres que expelen otros productos, más creíbles.
Lo importante es que habló la justicia y confirmó explicaciones que parecían más acordes al sentido común y, además, se ajustan a hechos probados. Lo que sucedió ese día difícilmente lo olvidaremos y no hay causa alguna, ni humana ni "divina", que justifique lo que sucedió.
Descansen en paz las víctimas y descanso para sus deudos. Que no olvido, porque hay cosas que no se olvidan nunca. No me hago ilusiones sobre la posibilidad de que esta sentencia cierre el caso. Pero sí descarta autorías y prueba autorías. Los conspiranoicos seguirán adelante porque está en la naturaleza de la
conspiranoia el hacerlo.
Hay que dar las gracias a la Audiencia Nacional por habernos quitado importantes losas de encima. Y hablando de losas, estamos en días de difuntos, de ánimas y de santos. Pongamos flores por las víctimas de la sinrazón y la crueldad. No los olvidemos. Que sean nuestros santos difuntos con sus ánimas en nuestros recuerdos.
En paz, por favor, que con las cosas sagradas no se juega. Y las vidas lo son en una sociedad libre.