Tapadas
No basta un pañuelo que oculte el pelo. Menos aún un sombrero que tape la cabeza. Es obligatorio una pañoleta que tape hasta los hombros. Nada de botas altas, ni trajes ceñidos. Pantalones largos y batilongos "que oculten formas y contornos que el santo pudor manda velar", como rezaba un antiguo cartel en la Catedral de Santa Ana de Las Palmas de Gran Canaria. Pero lo de hoy ocurre en Irán, que ha organizado una policía moral para mantener íntegra la "moral" femenina, una moral decretada por los guardianes de la fe, hombres ellos, como hombre era el obispo Pildaín que, creo, fue el que mandó poner la placa de la Catedral para que las mujeres fueran a la iglesia (católica) con manga larga y velo. Aún no se había inventado la minifalda, ni era común el pantalón femenino, pero brazos y cuellos al descubierto incitaban al pecado.
Las mujeres iraníes son el 65% de los estudiantes universitarios. Lo más avanzado en los países islámicos, hay que reconocerlo. Tanto, que se ha propuesto una ley que reduzca su presencia estrictamente al 50%. Las religiones monoteístas y dogmáticas siempre han temido y odiado a las mujeres. Las quieren ocultas y sumisas, sin derechos ni libertades. Al servicio de los hombres. No son personas, pese a que sobre ellas descanse el futuro de sus países.
Pero parece que al mundo le importa más la hipotética capacidad nuclear de Irán que este pisoteo de los derechos humanos. Todas tapadas. Amén. O como se diga en árabe.
Amigas iraníes: ánimo. La modernización de su país arrasará con todas estas lacras, como arrasó con los velos católicos y la excomunión al bikini.
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