¡Eso son mentiras! Y las que quieran ser mujeres sacerdote que se vayan con los anglicanos; y los que quieran casarse y tener hijos que se vayan con los protestantes.
La Vanguardia, La Contra
No tiene desperdicio esta entrevista a Alessandra Borghese, empresaria cultural, periodista y escritora al servicio del catolicismo, al igual que llevan haciéndolo desde hace siglos los miembros de su aristocrática familia. Ella, a sus 43 años, siente que este mundo democrático es "mediocre y confuso", al igual que le pasaba a Tocqueville hace más de siglo y medio. Frente al "relativismo de la verdad", el Vaticano deja claras sus posturas: "la verdad soy yo" viene a decir Ratzinger desde hace mucho. Y doña Alessandra lo repite con pasión, pues no en vano nos cuenta que, pese al peso del linaje y el apellido, lo del catolicismo no tiene que ver con las tradiciones de su importante familia sino con el llenado del famoso "vacío interior" que, a juicio de Roma, nos causa (o taladra) esta sociedad moderna, igualitarista e individualista que los azota desde que cayó el Antiguo Régimen. Ese régimen que dejaba bien claro que el nacimiento marcaba la posición social, el estamento al que se pertenecía desde el nacimiento hasta la muerte y que definía implacable los derechos y deberes, las aspiraciones y la crianza/educación de cada una de las personas nacidas bajo ese ordenamiento u organización social.
Llama la atención que no haya caído el sagaz pontífice en que la defensa de los viejos valores que pregona su iglesia esconde un relativismo más brutal y pernicioso que el que ellos denuncian. Vayamos por partes. Por un lado, la sociedad estamental implica relativizar a las personas en función de algo no elegido como el origen familiar y las secuelas de la primera socialización en la formación de los individuos, en la dotación de sus recursos, sus aptitudes y sus actitudes, por decirlo en jerga "psicópeda" ;-). Por otro, cuando Roma clama contra el relativismo, tanto moral como epistémico o epistemológico, añora los tiempos en que la única verdad -que por eso se ponía con mayúscula- era la que descansaba en la conexión mágica entre el carisma heredado de san Pedro y el varón que es elegido entre sus iguales para "ser infalible". El relativismo, para ellos, consiste en que ya no son ellos la autoridad que delimita la verdad. Hay muchas otras organizaciones que se arrogan el monopolio de la verdad, pero la iglesia católica romana es la más importante con diferencia entre ellas, seguida por las organizaciones estalinistas. Ambos tipos, católico y estalinista, comparten la existencia de "escrituras sagradas" y de dogmas bien establecidos, el sometimiento al líder carismático y una estructura claramente jerarquizada y centralizada.
Después de la revolución científica se hace difícil creer en los "poderes extraordinarios" que fundamentan el carisma papal, por mucha fumata negra o blanca y por mucho artificio mediático que le añadan. Las ciencias modernas proporcionan criterios completamente diferentes para la verdad, fuera del relativismo aristocrático de la época anterior. Son criterios universales y universalistas, que no requieren familia de nacimiento predeterminada ni afiliación estamental, sino experiencia y razón, algo que en principio está al alcance de cualquier individuo. Catolicismo significa universalidad, pero lo universal descansa en que todos somos, dicen, hijos de dios y, por ello, debemos someternos a sus leyes y dictados sabiamente administrados por la iglesia romana.
El universalismo de la ciencia es otro, pero sigamos con doña Alessandra. Tomen nota de nuevo las mujeres, sean o no católicas, y tomen nota los y las que estudian el patriarcado:
¿Qué le dijo su padre espiritual?
Que era débil y debía ir a misa cada día. Me pareció una locura, pero acepté el reto, porque en la vida siempre he ganado gracias a que tengo una gran disciplina. Escuchar la palabra de los Evangelios me confortó mucho, poco a poco fui profundizando en el cristianismo y así me convertí en escritora. Publiqué Con ojos nuevos, un gran éxito.
(Del mismo sitio)
Una empresaria innovadora. A ver si la ficha monseñor Álvarez, obispo de Tenerife, La Palma, Gomera y El Hierro, para saber qué decir cuando le pregunten las plumillas (¡bravo por Laura Docampo!) por
ciertos temas, y por
otros, que revelaron -nunca mejor dicho- el 24 diciembre lo que de verdad piensa el catolicismo y han de pensar los católicos. Lo mismo que la señora Borghese, la flamante empresaria cultural que lleva en los "genes" lo del negocio y la religión: el negocio de la religión y la religión del negocio.
En fin, por concluir. El relativismo contra el que clama Roma tiene como opuesto la defensa del absolutismo epistémico. Su gran amenaza es el conocimiento científico. Contra él defienden su relativismo estamental y elitista, al que disfrazan de universalismo. Al que añaden reglas morales y de conducta que saben que son imposibles de cumplir, pero que dejan en sus manos las labores de intermediación y gestión de la culpa y el perdón. Y ya se sabe lo lucrativos que son todos los negocios de intermediación...
El de doña Alessandra Borghese es una especie de "hormigonera espiritual" para el relleno de "vacíos espirituales". Se queda el espíritu magníficamente compacto y se siente un gran confort. No sabemos lo que dura la garantía de la mercancía, pero damos gratis una sugerencia para un regalo de reyes ;-))