Estábamos en un sinvivir preguntándonos qué había sido de nuestra
momia guanche feliz, a quien tuvimos el privilegio de
entrevistar en directo en una ocasión. Pues bien, nos enteramos hoy por la
prensa que el senador y presidente del Cabildo de Tenerife, don Ricardo Melchior, sigue, callada pero incansablemente, tratando de que vuelva a la isla.
Estas declaraciones las realizó en el marco de la inauguración de una sección del Museo de la Naturaleza y el Hombre dedicada al Mundo Funerario y que cuenta con otras "momias retornadas", esta vez desde Argentina. Dice Melchior muy serio que hay que traer a la de Madrid rápidamente para que reciba "todo el respeto y la consideración que merecen estas momias de hace 500 ó 700 años, pues no son piedras, sino restos humanos". Este respeto y consideración, que brilla por su ausencia en otros yacimientos arqueológicos de la isla que están en un estado de descuido imperdonable, consiste en exhibirlas en unas urnas en condiciones de humedad adecuadas. Lo mismo que está la de Madrid, dicho sea de paso, aunque a Melchior y a sus técnicos les parezca que no, que el aire de la tierra y la compañía de otras momias les otorgará un plus de respeto a su condición de restos humanos (que nadie le ha negado, dicho sea de paso, pues nunca hemos leído que se las considere piedras).
Lo que salva a esta momia concreta es que está en Madrid. Por ello, hemos de reivindicarla. Las que se destruyen por las excavadoras, las que se pudren por falta de fondos para la investigación arqueológica y las que se han perdido por la desidia de las autoridades, tenían el "pequeño" inconveniente de que estaban en Tenerife y, por lo tanto, no servían para añadir un ítem más al abandono en que Madrid, esto es, el Estado, tiene a los de ATI-CC desde que no ganaron las elecciones sus amigos y colegas del Partido Popular. Lo primero que hará Rajoy, si toma posesión como Presidente del Gobierno de España, será llamar a Correos y mandarla por paquete express.
No sabemos si previamente Rajoy, que se siente canario en la intimidad, jurará el cargo encima de sus huesos.