ZP ganó y MR ganó también, pero están más contentos en el PP con su importante avance que en el PSOE con el suyo. Una triste victoria y una feliz derrota.
El día después de todas las elecciones se leen los resultados electorales como leían los arúspices las entrañas de sus animales sagrados. Los resultados son los que son, pero los significados adscritos a estos hechos son para todos los gustos.
En las entrañas de mi pajarraco sagrado particular se lee claramente lo siguiente:
1) Que MR no ha sido castigado de forma contundente por los 4 crispados años que nos ha regalado, sino premiado con 500 mil votos más. El complejo político-mediático-eclesial es fuerte y se ha visto reforzado. Con lo cual, repetirán la misma música enloquecida en los próximos 4 años. Es lo que le piden sus electores. He oído a los tertulianos decir que será más tranquila la próxima legislatura, pero personalmente lo dudo. Me parece
wishful thinking.
2) Que ZP no sólo mantuvo el tipo ganando una legitimidad que algunos le menoscababan debido al 11-M. Ha logrado más diputados que después del trauma y el cabreo de hace 4 años, pero apenas unos miles de votos más. De ahí el desencanto de ayer.
3) Llamazares y todo lo que se mete bajo el paraguas de IU han salido bastante tocados, pero si se escudan en la excusa del bipartidismo para lamerse las heridas y no pensar en ellos mismos, realmente el bipartidismo se los comerá. Se los comerá ZP, que tiene más probabilidades de hacer al menos algo, pues los pluses de izquierda que se autoadjudican todos los grupos autoposicionados a la izquierda del PSOE no tienen referentes claros. Abuso del "auto" porque es tal la empanada (mental, ideológica y programática) que reina por esos mundos frustrados y resentidos, que lo único que los une son sus gloriosos pasados antifranquistas y el mantra tranquilizador de "nosotros somos la verdadera izquierda".
4) Los nacionalismos, por su propia naturaleza, requieren profecías específicas para cada "hecho diferencial", que se decía en los tímidos tiempos de la transición. En la de mi tribu, mis tribus para ser más exacta pues la isla pesa, caen los nacionalismos en la provincia de Las Palmas, mientras que se mantienen en la de Santa Cruz de Tenerife gracias a los votos de Tenerife y La Palma. En Gran Canaria, Marino Alduán, heredero del "nacionalismo de izquierdas" (término que algunos clasifican como oxímoron), no logró acta, pues JFL -el avatar canario de ZP- aúna la defensa de la "isla maltratada" con la de las libertades y el apoyo a las clases populares.
O sea, que en la provincia de Santa Cruz de Tenerife todo sigue más o menos igual, aunque con matices: el PSOE ha ganado algunos votos pero el PP ha ganado muchos más, y ATI-API-CC ha perdido muy pocos. Ana Oramas, ha logrado conjurar el batacazo que se predecía y se la oirá abundantemente en los próximos años. Es lo más moderno y preparado que tiene CC y estas elecciones la han puesto en situación de reclamar todo el poder en Tenerife. Y Ricardo Melchior fuera del Senado con el peligro que ello entraña para el futuro de la
momia guanche.
En la provincia de Las Palmas los cambios también tienen matices: el antaño todopoderoso PP no se ha descalabrado tanto como se esperaba, el PSOE ha ganado 40 mil votos y la traición de Mauricio sigue pasando factura.
Son escenarios completamente diferentes en cada provincia y pueden afectar al Gobierno regional en reequilibrios insulo-provinciales.
No sé si las entrañas de mis pajarracos sagrados estarán contaminadas por residuos tóxicos procedentes de cualquier catástrofe ecológica de las múltiples sucedidas en estos años. También sospecho que el cambio climático puede estar afectando a la especie y, de algún modo aún por estudiar, esto quede plasmado en sus entrañas afectando al diagnóstico.
Pues nada: que me he tomado la píldora del día después porque no tengo muy claro si van a haber consecuencias no deseadas... ;-)
PD de las 10:30:
Antes se me traspapeló la vesícula biliar del pajarraco y omití la referencia a la aparición del imprevisible fenómeno Alarcó, que sin duda dará que hablar a la corporación de plumillas (¿teclillas?) de la canallesca.