Don Mariano Rajoy, líder de la oposición (y el pataleo) ha cometido una
pifia que ha dejado clara cuál es su opinión sobre el día de la patria, ese 12 de octubre que ya no sé bien qué celebramos. Antes era la Raza (así, con mayúsculas) o la Hispanidad (también con mayúsculas). En todo caso, hay un bonito desfile en el Paseo de la Castellana con todas las autoridades y las tropas de los ejércitos, que serán españoles aunque sus soldados sean mayormente extranjeros desde que Aznar prometiera acabar con la "mili" para poder ganar las elecciones con el voto de una juventud sin ganas de "servir a la patria" ni de perder un año de sus vidas en cuarteles míseros.
Eso de dejarse los micrófonos abiertos está muy bien para enterarnos de lo que realmente opinan los políticos, pues cuando hablan al público suelen mentir sin reparo y sin vergüenza. Yo comprendo a Rajoy, pues debe ser un soberano coñazo pasarse la mañana del domingo de desfile y saludando autoridades, además de ponerse tiesos al paso de las banderas y las tropas. Pero si ya hasta a la derecha esas cosas de la patria le parecen un coñazo, está claro que sus discursos patrioteros reclamando las esencias del pasado son más falsos que una silla de tres patas. Sin condenar la dictadura de Franco ni cambiar los nombres de las calles que aún enaltecen a los golpistas (Santa Cruz de Tenerife es un lamentable ejemplo de eso), pero condenando la Ley de Memoria Histórica y los tibios intentos de restaurar el honor y la dignidad de tantos muertos injustamente en esa espantosa guerra civil.
La hipocresía no es patrimonio de las derechas. La encontramos con frecuencia también en las izquierdas. Pero Rajoy se ha lucido. Y no me extraña que ZP, los ministros y el propio Rey estén de acuerdo con él. A ver si no les llueve... ;-)